Ir al contenido principal

El impacto de la inteligencia emocional en el rendimiento académico

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

¿Por qué nos enseñan fórmulas químicas y no a entendernos a nosotros mismos? me pregunto cada mañana al cruzar el pasillo. Pero antes de hacernos esa pregunta, hay otra que a menudo que tendemos a ignorar por el miedo a enfrentarnos a dicha respuesta  ¿sabemos realmente que sentimos y por qué?, y no no me refiero a sentir tristeza o felicidad, a estar bien o estar mal, me refiero a poder reconocer esas emociones de las que nadie habla: la frustración, la esperanza, la ilusión, la ansiedad... y aunque no lo creas podríamos seguir con esta lista durante horas y horas, a pesar de que tristemente nos costaría mucho, porque no nos enseñan a eso, no nos enseñan a conocernos. Pero estoy segura de que si te digo cual es la raíz cuadrada de ochenta y uno se te viene el resultado a la cabeza de una manera inmediata a la cabeza, y sin embargo, no tenemos ni idea de reconocer lo que realmente sentimos, sin palabras precisas, nuestras emociones se quedan en un “no sé” que impide comprenderlas... ¿No es absurdo que sepamos resolver ecuaciones, pero no gestionar lo que sentimos?

Esto se debe a que vivimos de una forma automática por culpa de las obligaciones, vivimos en un continuo ciclo que no nos da ese tiempo que necesitamos para conocernos. Pero de esta vida automática hay un principal responsable, que sin darnos cuenta nos manipula desde que tenemos tres años, el Sistema Educativo, como si viviéramos en Matrix. Este sistema nos obliga  a correr de clase en clase, de exámenes a proyectos, sin un momento para detenernos y preguntarnos ¿Cómo estoy por dentro? Además este sistema ejerce su máximo control sobre nosotros en la peor etapa, en la adolescencia, esa etapa en la que cada uno de nosotros esta sufriendo un proceso de desarrollo con el objetivo final de convertirnos en la persona que queremos ser, personas estables emocionalmente, con amor propio y dueños de nuestra propia vida. Pero esto solo se puede conseguir si nos preguntamos sobre nuestras emociones, si somos capaces de reconocerlas. Sin ese espacio para cuestionar, las emociones se acumulan y explotan en forma de estrés, frustración o conflictos con los demás. Provocando el objetivo contrario a la educación, se produce una continua desinformación. ¿Hasta cuándo permitiremos que un sistema que debería educarnos acabe por aislarnos de nuestros mismos? ¿Cómo esperan que colaboremos en equipo si solo premiamos las notas individuales?

En parte si sentimos un algo, pero casi nuca profundizamos en ese algo, no tenemos herramientas ni tiempo para hacerlo, para encontrar el origen de esa emoción. En el momento que el ser humano pueda encontrar ese origen que provoca su desorden mental, tendremos una mayor capacidad de adquirir nuevos conocimiento que también son necesarios para la vida cotidiana. Porque solo cuando entendemos lo que sentimos, cuando dejamos de huir de eso que nos incomoda, podremos aprender de verdad. Pero claro eso no interesa, eso no encaja en ningún examen. Y así vamos: sabiendo formulas que jamás usaremos, mientras sufrimos por dentro. 

¿Nos enseñan a vivir o a no vivir? .






Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Cuanta razón hay en este texto Silvia. Es el problema del día a día, nos forman para que conozcamos muchas cosas casi innecesarias, incluso para que estudiemos cosas de memoria que por mucho que queramos se nos olvidará al día siguiente, nos enseñan lo importante que es la nota de la PAU y cómo eso, un número, marcará y definirá nuestro futuro, nuestra carrera y probablemente nuestra vida en general, sin importarles nada cómo podemos sentirnos o cómo nos puede afectar todo esto emocionalmente. Me ha gustado mucho leerte. Ojalá nos enseñaran a conocernos más a nosotros mismos y no solo a cómo sacar un 10 en un examen.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una botella en el mar de Gaza

  Una botella en el mar de Gaza      Me dirijo a ti, madre de Naim, tú me has hecho preguntarme cómo se logra ser tan fuerte en medio de toda esa situación, tú me has provocado la duda de como sacar fuerzas para cuidar al resto, cuando todo en tu propia casa todo se desmorona, más de diez personas viviendo en ella, tu hijo acusado por ser infiltrado, el simple hecho de tener que despedirte de él sin saber cuando será la última próxima vez que lo veas... Situaciones que nadie piensa que le pueden pasar hasta que ocurre.  Y es ahí donde la palabra empatía se vuelve más que una palabra bonita. Porque, ¿cómo podemos seguir viviendo como si nada, cuando sabemos que el mundo se desmorona?     Nunca entendí el fragmento que me enseño mi profesor, el cuál trata sobre un informe escrito por la antropóloga, Margaret Mead, el cuál hablaba  sobre  la primera muestra de civilización, un fémur fracturado y sanado, ya que esto significaba que tuvo que haber...

EL ORIGEN DE LO ROTO:

EL ORIGEN DE LO ROTO: Después de varias reflexiones a lo largo de la semana sobre varias injusticias, he intentado averiguar que solución puede tener cada una de ellas, tras varios días, he llegado a la conclusión de que todas ellas a pesar de parecer cosas independientes, tienen algo en común que las vincula, el punto de partida de todas ellas, la crisis de la comunicación, ya que vivimos en un entorno donde prima la inmediatez, la eficiencia y la tecnología por encima del contacto humano real, del diálogo sincero y del entendimiento mutuo. Pero, ¿Qué se entiende por "crisis de comunicación"? Esta crisis de comunicación se refleja en varios aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, esta semana miles de personas salieron de sus casas en Andalucía para denunciar el deterioro de la sanidad pública. Detrás de cada manifestación que realiza el pueblo, solo hay una falta de comunicación que produce esa desconexión con el pueblo y el gobierno, lo que impide el entendimiento mutuo...