Ir al contenido principal

El Fomo

Estoy cansada. Cansada de sentir que tengo que estar en todo, decir que sí a todo, y encima sonreír como si me gustase. Si no voy a la fiesta, si no subo una historia, si no respondo rápido por los grupos... parece que desaparezco. Como si no el existir en las redes fuera lo mismo de no existir en la vida real ¿Y quién decidió eso? 
Hay algo muy angustioso en esto del Fomo. No es solo que me sienta mal por perderme algo. Es que me empiezo a cuestionar si mi vida vale la pena cuando no está pasando “algo increíble”. Como si cada segundo tuviera que ser productivo, emocionante. A veces estoy bien, de verdad, pero veo una historia donde todo parece mucho más perfecto y zas: vuelvo a sentir que mi vida no vale la pena. Como si la felicidad fuera una competencia. ¿Cómo puede ser que algo tan superficial me afecte tanto?

Y no es solo por las redes. Esta presión invisible de que tenemos que aprovechar cada segundo, exprimir cada oportunidad, ir a todo, saber de todo, tener un futuro brillante… ¡y tenerlo YA! Nos están vendiendo una vida que es imposible sostener sin romperse. ¿Y si no quiero correr? ¿Y si quiero sentarme un rato sin tener que justificarlo?

Lo peor es que incluso cuando hago algo que me gusta, aparece el fantasma del Fomo. Estoy viendo una peli que me encanta y pienso: ¿y si debería estar saliendo? Estoy en una salida con amigas y reviso el móvil, no sea que haya “otro plan mejor”. Es agotador. Como si no pudiera vivir un momento sin tener que compararlo con todos los demás posibles. Es como si siempre estuviera a punto de perder algo… pero lo que realmente pierdo es el momento en el que estoy. ¿Cuántas veces hemos dejado de vivir lo que tenemos por miedo a lo que podríamos tener?

Pero ahora creo que el verdadero acto de rebeldía es aprender a decir que no, a apagar el móvil. a estar sola sin estar mal, a disfrutar de lo que elegí sin estar dudando todo el rato. Porque ¿Cómo voy a ser libre si no soy capaz de vivir una vida fuera de influencias?
Así que sí, me perderé cosas. Claro que sí. Y no pasa nada. No quiero estar en todas partes, no quiero estar para todo el mundo, no quiero vivir como si me estuvieran vigilando. Prefiero elegir, cagarla, volver a elegir. Prefiero quedarme en casa a veces, en silencio, sin culpa. No necesito que nadie me confirme que estoy viviendo bien. Porque si tengo que demostrarlo, ya no lo estoy viviendo. 

¿Y si lo que de verdad da miedo no es perderse algo, sino encontrarse a una misma?



Comentarios

  1. Hola Silvia. Me ha flipado leer lo que has escrito, de verdad, nunca lo había visto así y creo que llevas mucha razón. Creo que una de las cosas que más nos ayudan a no sentir que no estamos viviendo son las personas que nos rodean. Siempre q estás con gente buena nunca sientes que te estás perdiendo nada xq nunca quieres estar en un sitio en el que no estén ellos. Eso me ha ayudado a mí mucho últimamente y ya no me siento mal si no salgo allí o aquí, siempre y cuando esté con mis amigos, voy a estar bien

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una botella en el mar de Gaza

  Una botella en el mar de Gaza      Me dirijo a ti, madre de Naim, tú me has hecho preguntarme cómo se logra ser tan fuerte en medio de toda esa situación, tú me has provocado la duda de como sacar fuerzas para cuidar al resto, cuando todo en tu propia casa todo se desmorona, más de diez personas viviendo en ella, tu hijo acusado por ser infiltrado, el simple hecho de tener que despedirte de él sin saber cuando será la última próxima vez que lo veas... Situaciones que nadie piensa que le pueden pasar hasta que ocurre.  Y es ahí donde la palabra empatía se vuelve más que una palabra bonita. Porque, ¿cómo podemos seguir viviendo como si nada, cuando sabemos que el mundo se desmorona?     Nunca entendí el fragmento que me enseño mi profesor, el cuál trata sobre un informe escrito por la antropóloga, Margaret Mead, el cuál hablaba  sobre  la primera muestra de civilización, un fémur fracturado y sanado, ya que esto significaba que tuvo que haber...

EL ORIGEN DE LO ROTO:

EL ORIGEN DE LO ROTO: Después de varias reflexiones a lo largo de la semana sobre varias injusticias, he intentado averiguar que solución puede tener cada una de ellas, tras varios días, he llegado a la conclusión de que todas ellas a pesar de parecer cosas independientes, tienen algo en común que las vincula, el punto de partida de todas ellas, la crisis de la comunicación, ya que vivimos en un entorno donde prima la inmediatez, la eficiencia y la tecnología por encima del contacto humano real, del diálogo sincero y del entendimiento mutuo. Pero, ¿Qué se entiende por "crisis de comunicación"? Esta crisis de comunicación se refleja en varios aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, esta semana miles de personas salieron de sus casas en Andalucía para denunciar el deterioro de la sanidad pública. Detrás de cada manifestación que realiza el pueblo, solo hay una falta de comunicación que produce esa desconexión con el pueblo y el gobierno, lo que impide el entendimiento mutuo...

El impacto de la inteligencia emocional en el rendimiento académico

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ¿Por qué nos enseñan fórmulas químicas y no a entendernos a nosotros mismos? me pregunto cada mañana al cruzar el pasillo. Pero antes de hacernos esa pregunta, hay otra que a menudo que tendemos a ignorar por el miedo a enfrentarnos a dicha respuesta  ¿sabemos realmente que sentimos y por qué?, y no no me refiero a sentir tristeza o felicidad, a estar bien o estar mal, me refiero a poder reconocer esas emociones de las que nadie habla: la frustración, la esperanza, la ilusión, la ansiedad... y aunque no lo creas podríamos seguir con esta lista durante horas y horas, a pesar de que tristemente nos costaría mucho, porque no nos enseñan a eso, no nos enseñan a conocernos. Pero estoy segura de que si te digo cual es la raíz cuadrada de ochenta y uno se te viene el resultado a la cabeza de una manera inmediata a la cabeza, y sin embargo, no tenemos ni idea de reconocer lo que realmente sentimos, sin palabras precisas, nuestras emociones se quedan en un “no sé” ...